Comentario
A finales del periodo Intermedio Temprano Clásico culmina la integración cultural entre las diferentes culturas que se habían regionalizado durante siglos en los Andes Centrales. Los estados teocráticos se agotan en su dinámica y expansión, evolucionando hacia otras formaciones políticas cuyas bases son económicas y militares. Si la etapa anterior se caracteriza por una evolución desigual de los procesos culturales, a partir del siglo VIII se inicia una unificación cultural que servirá para establecer este Horizonte Medio, el cual ha sido datado entre el 500 y el 1.000 d.C. Esta gran complejidad cultural se expande poco a poco a los Andes Septentrionales, que inician su etapa de Integración Regional, con la formación de jefaturas y de sociedades rurales complejas.
El agente que hace efectiva esta unificación es Huari o Wari, una gran ciudad situada sobre una inmensa meseta volcánica a 725 km al noroeste de Tiahuanaco, y a 25 km al norte de la ciudad de Ayacucho. El centro urbano ocupa una extensión cercana a las 300 Ha, y estaba dominado al menos por un templo rodeado por un impresionante muro -Ushpa Qoto-, fuera del cual se emplazó una extensa área residencial con edificios multifamiliares. Algunas de las casas de tales edificios tienen más de una habitación y fueron construidas a base de adobe y lajas de piedra y recubiertas con estuco. El patrón general residencial consistió en edificios rectangulares rodeados por altos muros de piedra, que se organizaron en conjuntos y éstos a su vez en sectores. Tales sectores incluían templos, residencias administrativas y palaciegas, casas, talleres de especialistas y otros rasgos que definen la vida urbana. Es muy posible que cada sector estuviera ocupado por segmentos de población emparentados y que tuvieran una misma especialización en el trabajo. Algunos de ellos, como Capilla Pata y Cheqo Wasi manifiestan la jerarquización interna existente en el centro, que llegó a ser uno de los más importantes del área andina durante la etapa prehispánica.
En unos y otros se encontró un complicada red de canales semisubterráneos, a veces asociados a piedras labradas y petroglifos, que solucionó el abastecimiento de agua a la ciudad, la cual procedía de unas lagunas situadas a unos 10 km del centro.
La ciudad se levantó sobre una zona limitada en cuanto a recursos, en la cual la actividad básica fue la agricultura, aunque la aridez general del terreno hizo que tuviera que ayudarse con una complicada red de canales, y poco a poco el sistema productivo se fue elaborando sobre una base hidráulica. La caza y el pastoreo -se han encontrado multitud de corrales con cercos de piedra en el asentamiento- debieron completar el sistema productivo del centro.
Dada la precariedad de este sistema, Huari se vio obligado a establecer relaciones comerciales con sus alrededores más inmediatos y con estados más alejados. En su entorno se han localizado diez pueblos jerarquizados entre Ayacucho y Huanta, los cuales debieron ser conquistados por Huari como consecuencia de la presión demográfica sobre sus escasos recursos. En Chanchopata, un sitio cerca de Huari que parece haber sido un santuario religioso, se encontraron urnas funerarias decoradas con la imagen del Dios de los Bastones, lo cual es indicativo de las relaciones con Tiahuanaco, que pudo introducir en el área los conceptos religiosos del Titicaca.
También se mantuvieron relaciones con Nazca, como manifiesta la incorporación de los diseños de esta cultura a la cerámica local, dando lugar a un estilo denominado Chukipampa. Con el tiempo, tal estilo se fue distribuyendo desde Huari al valle de Nazca, la sierra norte y la costa norte y central, pudiendo reflejar la conquista de estas regiones por parte de Huari hacia 700 d.C. Para disponer de una comunicación rápida y eficaz con los territorios conquistados, Huari desarrolló un sistema vial muy complicado el cual, al menos en lo que respecta al Chinchasuyu, pudo ser un precedente para el sistema de dominación inca.
Todas estas zonas fueron integradas en un gran estado centralizado, que construyó en ellas enormes unidades arquitectónicas consistentes en conjuntos de paredes de adobe rectangulares, los cuales pueden ser encontrados tanto en los valles costeros como en la sierra, Piqillacta, en la cuenca del Cuzco y en Viracocha Pampa. Sus funciones fueron administrativas, pero también sirvieron como graneros y sitios de control. Poco a poco Huari se fue transformando en un gran estado imperial que se extendió desde Cajamarca y Lambayeque al norte de Arequipa hasta Cuzco por el sur.
La relación entre Tiahuanaco y Huari es aun hoy día bastante desconocida: ¿fueron capitales de sendos imperios con orientación diferente (la primera hacia el sur y la segunda hacia el norte) o capitales duales de un mismo imperio, tal como lo fueron en un determinado momento Cuzco y Quito? Algunos arqueólogos sostienen que Huari se creó como una colonia de Tiahuanaco, que después se hizo independiente y creó un imperio, pero otros abogan por su autonomía desde el momento de su fundación. Tiahuanaco controló su territorio por medio de un modelo de colonización y de trueque intensivo con las zonas del desierto; mientras que Huari se expandió hacia el norte, fundamentando su imperio en el tributo y en la mano de obra conquistada. Bajo su poder, los antiguos centros ceremoniales conquistados tuvieron que transformarse, especializándose en talleres de manufacturas basadas en los productos estratégicos que ellas controlaban.
Hacia el siglo X d.C. se inicia la decadencia de Huari, la cual originó de nuevo la regionalización de las culturas, un fenómeno similar al ocurrido durante el Intermedio Temprano. Algunas culturas continúan siendo urbanas y complejas, pero en otros casos hay un retroceso hacia formas rurales, en particular en la sierra central. Hacia 900 d.C. están instalados tres grandes estados en los Andes Centrales: Pachacamac en la costa, Lambayeque en el norte, donde se hace muy popular el estilo Sicán que fue independiente en relación con Huari, y en los valles de Casma y Chicama donde se distribuyó la cerámica Blanco-Negro-Rojo correspondiente seguramente a un estado regional aún mayor que el de Sicán.
La impronta del imperio Huari cambió de manera radical las culturas del área peruana. Fue una transformación social, política y religiosa más que tecnológica. Sin embargo, los efectos económicos fueron probablemente mayores, ya que en esta etapa el control del estado sobre la distribución de alimentos a una escala regional, con sus almacenes, calzadas, guarniciones, estaciones de control, etc., preconiza el desarrollo incaico, que tuvo fortísimas raíces en el Horizonte Medio.